La vida política de la
sociedad argentina del futuro ha de realizarse en comunidad organizada.
Propongo que esa comunidad organizada configure la DEMOCRACIA SOCIAL. Veremos
en qué consiste tal estructura política.
DEMOCRACIA SOCIAL
En la noción clásica se ha
entendido a la Nación como la entidad integrada por población, territorio y
gobierno; y al Estado como la Nación jurídica y políticamente organizada.
Pareciera ser, por lo tanto, que bastan estos conceptos para calificar a la comunidad
organizada en el sentido en que estamos considerándola.
No es así. La diferencia
esencial se da en el hecho de que la concepción liberal califica, por un lado,
al individuo, y, por el otro, a la organización superior. Además, sólo
reconoce, prácticamente, el papel de las organizaciones intermedias denominadas
partidos políticos. En la acción concreta las organizaciones intermedias que
responden a grupos sociales o profesionales han sido calificadas como
correspondientes a una concepción corporativista del Estado.
Hemos evaluado,
suficientemente, la enseñanza de la historia como para concluir que no
necesitamos seguir ahora en este juego pendular entre el liberalismo y el
corporativismo. Una toma de conciencia, debidamente razonada, nos pone en situación
de ir directamente hacia las estructuras intermedias completas que, cubriendo
partidos políticos y grupos sociales, den a nuestra comunidad la fisonomía real
de lo que queremos calificar como “democracia social”.
La configuración política de
esta comunidad organizada implica la creación de un sistema de instituciones
políticas y sociales que garanticen la presencia del pueblo en la elaboración
de las decisiones y en el cumplimiento de las mismas.
Corresponde esclarecer ahora
el concepto de democracia social:
- Es social en la medida que,
como dije una vez: “La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace
lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo”.
- Es social, porque la
sociedad es su marco, su objeto y el instrumento de su realización y porque el
pueblo organizado en sociedad es el actor de las decisiones y el artífice de su
propio destino.
- Es social, en cuanto procura
el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad.
Enuncio el concepto de democracia
social al tratar de la vida política, porque la democracia social no puede
entenderse si no es en función política, que hace el vínculo natural y
necesario para asegurar la cohesión del cuerpo social y puede tener su
finalidad sólo en la realización de lo que secularmente se ha llamado el “bien
común”.
LAS CUALIDADES DE LA DEMOCRACIA SOCIAL
La democracia social que
deseamos requiere ser caracterizada en función de una serie de cualidades
razonablemente precisas. Las siguientes son las más importantes:
- Es la expresión de una
Nación que tiene una estructura de poder que le permite tomar decisiones por sí
misma en cuestiones fundamentales, referidas a sus objetivos, a los
procedimientos a llevar a cabo y a la distribución de responsabilidades que
quiera establecer en su seno.
- Es orgánica porque se
realiza en comunidad organizada y porque en tal comunidad participan todos los
grupos políticos y sociales integrando en el proceso nacional a todas las
fuerzas representativas de los distintos sectores del quehacer argentino.
- Procura el bien común -en la
concepción amplia que ha definido la Iglesia- y lo persigue a través del
“desarrollo social del país”.
- Se nutre de un ética social
que supera la ética individualista, al mismo tiempo que preserva la dignidad
del valor humano. Esta ética es la que habrá de convertir al hombre actual en
hombre nuevo, creador de una nueva comunidad. Para nosotros, en nuestro ámbito
nacional, es una ética esencialmente cristiana.
- Requiere una caracterización
de la propiedad en función social.
La tierra, considerada desde
una visión global y teniendo en cuenta la necesidad objetiva de producir
bienes, particularmente alimentos, y demás servicios para su población, es un
bien de producción social.
De tal forma, queda
caracterizada la propiedad privada, como una concepción que realiza la
sociedad, a través de la ley y en función de la historia, posibilitando a las
personas que dispongan bienes sociales. Pero debe exigirse que esa posesión sea
hecha en función del bien común, porque la sociedad estima que la propiedad
privada permite organizar la producción de bienes y servicios con mayor sentido
social y eficiencia que la propiedad común.
- Es políticamente plural, con
lo que responde al pluralismo real.
La forma del pluralismo
resultará de lo que el pueblo decida. Por eso, a nuestro juicio, han quedado
eliminadas las posibilidades de un sistema de partido único o de multiplicidad
atomizada de partidos irrelevantes.
En lo que se refiere al
pluralismo de los grupos sociales, se propone el ordenamiento por funciones
sociales en entidades que agrupan a las representaciones del trabajo, del
empresariado, de los profesionales, y, eventualmente, de otros sectores de la
vida nacional.
- Persigue la liberación de
los hombres de la opresión y el poder ajeno.
Esta liberación comienza por
la libertad interior, sólo alcanzable por medio de un sentimiento que
trascienda al hombre y cultive en él la actitud de servicio. De otro modo, aún
las ideologías más revolucionarias conducirían únicamente a simples cambios de
amos.
- Tiene en la representación
uno de sus fundamentos vitales.
La representación está dada,
esencialmente, por la acción política canalizada a través de los partidos, de
la cual deriva la asignación de poder político como poder de representación y
de juicio político.
Otro nivel de
representatividad puede estar dado por los distintos grupos sociales o
destacadas personalidades independientes, que contribuyen en la formulación de
proposiciones y en aporte de ideas fundamentales.
Promueve la participación
auténtica para la cual requiere, al menos, las concepciones básicas de bien
común, ética generalizada, pluralismo, solidaridad y representatividad.
El ciudadano se expresa como
tal a través de los partidos políticos cuya vigencia lleva al funcionamiento de
los cuerpos políticos legislativo y ejecutivo.
Pero también el hombre, a
través de su condición de trabajador, intelectual, empresario, militar,
sacerdote, etc., tiene que organizarse para participar en otro tipo de recinto,
como puede ser, por ejemplo, el Consejo para el Proyecto Nacional Argentino.
Este ente debe enfocar su tarea hacia la gran obra de formulación del Proyecto
Nacional en la cual todo el país tiene que empeñarse. Además de esta
participación son accesibles otras formas de participación de los grupos políticos
y sociales, a título de asesoramiento y de contribución a la gran tarea de
liberación y reconstrucción nacional, en la que debe estar empeñado todo el
país. Las formas que deba asumir esta participación están aún abiertas a la
consideración de quienes serán responsables de la misma. Concibe a la autoridad
como la facultad de mandar según la recta razón, con base en un orden moral y
una ética superior.
- Se realiza con una
concepción nacional sin xenofobia, en actitud continentalista y universalista,
de efectiva cooperación y no competitiva.
- Es “moderna”, porque
requiere la estructuración orgánica y funcional en términos de la sociedad
organizada, superando las estructuras heredadas del Estado liberal, incapaces
de servir eficientemente a nuestro Modelo Argentino.
- Se plantea en términos de
ideales, pero partiendo de la realidad actual y evaluando nuestra idoneidad
concreta de transformación. No configura, pues, una utopía.
La apelación a la utopía es,
con frecuencia, un cómodo pretexto cuando se quiere rehuir las tareas concretas
y refugiarse en un mundo imaginario; vivir en un futuro hipotético significa
deponer las responsabilidades inmediatas. También es frecuente presentar
situaciones utópicas para hacer fracasar auténticos procesos revolucionarios.
Nuestro modelo político
propone el ideal no utópico de realizar dos tareas permanentes: acercar la
realidad al ideal y revisar la validez de ese ideal para mantenerlo abierto a
la realidad del futuro.
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