CARACTERIZACION GENERAL
Los principios y medidas
generales que el Modelo Argentino propone en el campo económico deben
comprenderse como justificados y fundados en las bases filosófico-políticas
previamente delineadas. Es por
eso que, en varias
oportunidades, he sostenido que la dimensión política es previa al ámbito
económico.
El Justicialismo comprende a
lo económico como naturalmente emanado de un proyecto histórico-político de
carácter intrínsecamente nacional, social y cristiano.
En tal sentido, el objetivo
fundamental es servir a la sociedad como un todo, y al hombre no solo como
sujeto natural sometido a necesidades materiales de subsistencia, sino también
como persona moral, intelectual y espiritual.
En rigor nuestra concepción
tampoco supone que la búsqueda del beneficio personal invariablemente redunda
en el bien de toda la sociedad.
Por el contrario, la actividad
económica debe dirigirse a fines sociales y no individualistas, respondiendo a
los requerimientos del hombre integrado en una comunidad y no a las apetencias
personales.
Esta interpretación amplia y
solidaria de la actividad económica, llevará implícita una definición clara del
concepto de beneficio, ubicándolo no ya como un fin en sí mismo, lo que daría
como resultado una utilización de los recursos en función de un individuo
egoísta, sino como la justa remuneración del factor empresarial por la función
social que cumple.
Preservamos así el estímulo
para fomentar el incremento de la gestión empresarial privada, con su
dinamizadora dosis de creatividad, pero enmarcada en un contexto donde debe
prevalecer una distribución socialmente justa.
La esencia de nuestra Tercera
Posición consiste en anhelar una sociedad eminentemente creativa y justa, en la
cual la conducción económica pertenezca al país como comunidad armónica y donde
los logros económicos no atenten contra la libertad y la dignidad del hombre.
Pero cada uno de mis
conciudadanos debe tener muy en claro que la única posibilidad de que lo
anteriormente expuesto no quede en meras expresiones de deseo, reside en que
todos los argentinos participen de una profunda revolución ética, que en verdad
implica una auténtica toma de conciencia cristiana.
Nuestra concepción económica
no es aséptica, no puede aplicarse como un conjunto de medidas técnicas si no
está integrada en una visión del hombre y el mundo de carácter radicalmente
nacional.
Para la conformación económica
de nuestra sociedad, resulta indispensable obtener la coincidencia generalizada
de todos los sectores, hecha realidad a través de un compromiso firme, estable
y por ende cuidadosamente elaborado a través de lo que será el Proyecto
Nacional.
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