En este terreno he insistido
que nuestra posición es la de proceder a realizar una revolución en paz. Eso
significa que todo lo debemos hacer dentro de la ley y que nada debe realizarse
fuera de su alcance.
Ya he dicho en la sección
histórica de este trabajo que debemos corregir el defecto de creación de las
instituciones jurídicas que provienen del liberalismo, por el cual primero se
dictaba la norma y luego se procedía a la asignación de funciones. Nosotros
deberemos actuar precisamente a la inversa. Es decir, que en primer lugar se
establecerán las funciones requeridas y luego dictaremos la norma que resulte
adecuada para el fin propuesto.
Así concibo la raíz del
problema institucional de nuestra futura comunidad. De ello nace la necesidad
de trabajar con programación institucional, y de realizar un control permanente
de la eficiencia del sistema de normas y de cada una de éstas en particular.
LA DEMOCRACIA SOCIAL Y LA PROGRAMACION INSTITUCIONAL
He definido a la democracia
que debemos consolidar como una Democracia Social. Consecuentemente con ello,
nuestra forma de gobierno deberá ser: representativa, republicana, federal y
social.
Social por su naturaleza, por
sus objetivos y por su desenvolvimiento; libre de preconcepciones dogmáticas y
de extremismos. Social, en fin, en un sentido intrínsecamente cristiano.
En la democracia que deseamos,
no existirá incompatibilidad alguna entre la permanente actualización de la
libertad individual y una imprescindible planificación con adecuados recaudos
de flexibilidad.
Definida en estos términos la
futura sociedad argentina, el mejor camino para alcanzarla es gobernar sobre la
base de una minuciosa programación.
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