domingo, 11 de marzo de 2012

El Nivel de Conducción


En la tarea política del país, al más alto nivel, intervienen dos instancias: la conducción política y la político-administrativa. La primera atiende a la estructura del poder, y la segunda, a la administración del país, en general, además de la administración del gobierno en particular. Este último aspecto lo habré de tratar en otro lugar del presente trabajo.
El principio orgánico reside en disponer: unidad de concepción, conducción centralizada y ejecución descentralizada.
Los niveles en los cuales se trabaja son, en términos generales: la conducción superior del Estado, las entidades intermedias y el pueblo en el ámbito ciudadano.
Dentro de este esquema hace falta una fisonomía para las instituciones de conducción. Ella debe responder a la tarea que estas instituciones deben realizar.
Tres son las grandes tareas: planeamiento de lo que ha de hacerse, ejecución concreta, control y reajuste del proceso.
El planeamiento debe realizarse: para el largo plazo (varias décadas hacia el futuro); para el mediano plazo (el número de años que dura un gobierno) y para el corto plazo (un año).
El largo plazo requiere la definición de las cualidades de la sociedad que se visualiza para el futuro y la identificación de estrategias globales para alcanzarla. Tal tarea requiere la constitución de un organismo específico al cual el pueblo contribuya, a través de los mecanismos con los que cuenta y en los ámbitos que conoce. Esta entidad puede ser el Consejo para el Proyecto Nacional, a integrarse con todos los elementos representativos de la comunidad.
El planeamiento para el mediano plazo requiere ser realizado, básicamente, por el Poder Ejecutivo, con la participación correspondiente del Congreso.
El planeamiento del corto plazo, así como la ejecución, corresponde, básicamente, al equipo ministerial, salvo en las materias que hagan necesaria la intervención del Congreso a los propósitos del control superior.
Los controles han de establecerse en varios niveles, sobre la base del concepto superior del control, para lo cual se requiere del establecimiento de una completa red de información.
Señalados tales aspectos, surgen algunos requerimientos con respecto a la fisonomía del Congreso Nacional. La experiencia señala que la tarea creativa del Poder Legislativo se ha desarrollado, a lo largo de este siglo, siguiendo una disciplina de trabajo que puede ser perfeccionada.
Parece necesario que el país tenga un Congreso que sesione por un período mayor al de cinco meses que establece la Constitución Nacional. Precisamente, pareciera no resultar conveniente una “tregua política” tan prolongada, porque lo que se requiere es mucho trabajo político en el proceso de edificación institucional en el cual nos hallamos.
El Congreso Nacional deberá participar activamente en el proceso de programación de la estructura institucional del país y de revisión periódica y actualización de la normas.
Los requerimientos de la comunidad deseada introducen, también, algunos requisitos a la estructura y funcionamiento del Poder Ejecutivo.
Necesitamos una Presidencia adecuadamente estructurada para conducir, puesto que las unidades dependientes del Poder Ejecutivo constituyen entes al servicio íntegro de la comunidad. Ello es evidente desde que la gran tarea de ejecución pública está en sus manos.
Además, el mundo interdisciplinario en el que ya se vive exigirá una conducción de lo externo que reclamará crecientemente la acción presidencial.
La conducción política superior debe estar siempre en manos del Presidente de la Nación, como cuestión originaria y exclusiva. Para ello y en cuanto tiene relación con el Congreso de la Nación, necesita un vicepresidente en los términos que actualmente prevé la Constitución Nacional.
Además, la conducción del sector político-administrativo exige coordinación de la acción ministerial. Cada ministerio debe ser concebido como un ámbito de específica responsabilidad. Pero la instancia político-administrativa es, intrínsecamente, interdisciplinaria. Para ello el Presidente de la Nación necesita la cooperación de un funcionario encargado de la coordinación ministerial. Este coordinador puede ser un primer ministro dependiente, directamente, del Presidente de la República.
La estructura institucional así concebida fortificará la capacidad de decisión y de acción del Presidente de la República, al proporcionarle todos los instrumentos necesarios para su gestión.
La organización de nuestro régimen político queda, entonces, definida. El objetivo es la democracia social. La forma de gobierno que responde al objetivo es la representativa, republicana, federal y social.
Representativa, en los términos de representación a que antes se hizo referencia.
Republicana, porque preserva la estructura de república, como forma política de nuestra Nación, nutrida en el poder que proviene desde el ciudadano.
Federal, porque se preserva el vigor histórico y el valor de futuro que el federalismo tiene para el país, interpretándose lo que se considera una concepción mayoritaria.
Social, por los propósitos específicos antes desarrollados, que hacen a la responsabilidad del gobierno. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario