domingo, 11 de marzo de 2012

En el Ambito Social

En materia social, nuestro proceso ha sido muy significativo y aporta experiencias de cambio realmente aleccionadoras.
Veamos separadamente los distintos aspectos de esta cuestión:

Características Socio-demográficas Generales:

Las características socio-demográficas básicas de nuestro país son bien conocidas:
  • Escasa población, frente a su dilatada extensión;
  • Tasas bajas de crecimiento vegetativo;
  • Alta esperanza de vida;
  • Concentración urbana con macrocefalia del área metropolitana;
  • Alta tasa de alfabetización con elevada deserción escolar;
  • Ausencia de conflictos raciales o religiosos;
  • Amplia difusión de los medios de comunicación masivos con limitaciones en cuanto a su calidad intrínseca;
  • Nivel elevado de salubridad pero con desequilibrios regionales que se verifican en la tasa de mortalidad infantil, que aún es elevada, etcétera.

La Movilidad Social y los Líderes:

La Movilidad Social fue y sigue siendo alta en el país. El hijo del trabajador más modesto puede llegar a ser Presidente de la República.
No son muchas las sociedades que en el mundo ofrecen esta posibilidad.
Sin embargo, en la práctica se obstaculizó reiteradamente esta movilidad. Los líderes naturales encuentran un camino difícil: hay una maquinaria aplastante que cuesta mucho desmontar.
La supuesta igualdad de oportunidades ha sido determinada, en ciertas circunstancias, por la capacidad económica, de la cual siguen dependiendo en gran medida las posibilidades de formación.
La misma forma de emerger de muchos líderes, no ha asegurado una alta calidad de liderazgo en todos los casos. Así se comprende que haya existido cierto "elitismo", en la medida en que el grupo tenía poder, oportunidad e influencia, se autoidentificaba como más apto para imponer su voluntad a los demás.

Por otra parte, durante casi dos decenios funcionaron mecanismos que coartaron la posibilidad de expresión de los líderes que se mantuvieron fieles a las concepciones doctrinarias existentes hasta 1955. En este terreno se echó mano a la discriminación directa. Por lo demás, el proceso montó sistemas de promoción que en grado apreciable dependieron de la adscripción ideológica de los líderes a las pautas políticas del ámbito liberal dominante por entonces.
En consecuencia, no puede asegurarse que todos los liderazgos hayan surgido de los dos requisitos fundamentales requeridos: vocación de servicio al país y capacidad.
Para no caer en la trampa liberal, en el futuro deberá emprenderse con inteligencia y honestidad la formación de líderes, particularmente para que los líderes intermedios en los campos políticos y sociales complementen su información y cultiven sus valores personales en forma metódica y sistemática.
El mismo mecanismo de promoción de líderes tiene que sentarse, en todos los cuerpos políticos y sociales, sobre una verticalidad institucionalizada que transporte la corriente de poder desde la base.
De este modo, el líder resulta un verdadero conductor, con mandato real y capacidad probada por el Pueblo, del cual, además de representante, debe ser auténtico y permanente intérprete.

La Familia

Una de las experiencias más fecundas que surgen de nuestro proceso, es el hecho de que la sociedad argentina ha sabido preservar a la familia como la célula social. Es claro que hay fisuras inevitables cuando los cambios son demasiado rápidos y es obvio que la dimensión de las fisuras puede agrandarse en la medida en que el cambio se acelere, o asuma una dirección equivocada.
En las sociedades altamente competitivas devoradas por el consumo, se debilitó el núcleo familiar y aparecieron diversas desviaciones, de las cuales las drogas y el alcoholismo son dos manifestaciones lamentables.
Nuestra Patria todavía está a tiempo de preservar a la familia, ya que si bien no todos han conservado su integridad ante la agresión externa motivada por el sistema liberal, afortunadamente, la mayor parte de ellas ha salvado firmemente su contextura.

Medios de Comunicación Masivos y Promoción del Consumo:

Los medios de comunicaciones masivos se incrementaron, pese a ser sometidos a restricciones selectivas que respondían a los intereses de las filosofías dominantes.
Así, dichos medios se convirtieron en vehículos para la penetración cultural.
El país debe establecer principios específicos y claros no sólo en lo referente al nivel de intercambio socio-cultural con el exterior, sino también respecto de cuáles han de ser las condiciones para salvaguardar la identidad cultural argentina.
Por otra parte, es interesante observar lo que sucede con la comunicación de los grupos postergados o aislados de la sociedad, como en la práctica aconteció con el Movimiento Justicialista durante casi 20 años. La respuesta no dejó lugar a dudas: cuando se observa una profunda fe en ideas y valores, la coerción externa no pude impedir que se desarrollen mecanismos informales de comunicación directa. Puede destruir los medios formales, pero no puede hacer lo mismo con aquellos cuya energía de transmisión nace del poder de la ideología del grupo.
La opinión pública del país está lo suficientemente preparada para criticar las informaciones que recibe. En algunos sectores sociales se pensó que esa opinión había sido confundida con información tendenciosa, pero no fue así. A pesar de que prácticamente los dos tercios de la opinión ciudadana soportó décadas de prédica destructiva, mantuvo una monolítica unidad de convicción.
No es posible "vender" ideas al Pueblo. Menos aún cuando, como en nuestro caso, se encuentra en él una incontenible sed de verdad.
En otro orden de cosas, se ha buscado promover actitudes profundamente negativas, incrementando artificialmente un consumo voraz de productos inútiles.
Directos responsables de esta situación han sido quienes instrumentaron los medios de comunicación masivos para aniquilar la conciencia del Pueblo.
Es decir, se procuró motivar un consumo prescindible excitando los sentidos. Ese sistemas es incompatible con la forma nacional y social a la que aspiramos, en la que el hombre no puede ser utilizado como un instrumento de apetitos ajenos sino como punto de partida de toda actividad creadora.
No se puede ignorar que el sistema empleado incrementa la demanda de bienes, provocando una actitud competitiva que incita al aumento de eficiencia. Es evidente, además, que ambos factores constituyen el impulso del progreso económico.
Pero una cosa es el progreso económico y otra muy diferente es el desarrollo social del país en pro de la felicidad del hombre que lo integra.
Es por eso que será necesario corregir ciertas pautas de consumo que no responden a las reales necesidades de nuestro Pueblo. Este necesita liberarse de los moldes prefabricados que hacen de la exhibición de bienes una cuestión de prestigio, premiando diversas formas de parasitismo social.
Precisamente el consumo artificialmente estimulado unido a la mentalidad competitiva ha actuado como factor desestimulante de determinaciones fundamentales de la creatividad del hombre, como son, por ejemplo, la ciencia y el arte.

Los Factores del Cambio:

No extraña, pues, que una evolución de la escala de valores vigentes hasta el momento, incluya el aprecio por "tener" y la "seguridad".
Sin embargo, el "querer seguridad" no implica necesariamente resistencia al cambio; sólo se oponen a él determinados grupos tradicionales de poder de la sociedad argentina.
La actitud frente al esfuerzo no se ha perdido, y tal vez sea éste uno de los mejores capitales que importó el país con los inmigrantes que lo construyeron. Pero debemos emprender una buena organización que atienda a la realidad altamente compleja del sistema social del país, que reactive apropiadamente el conjunto de elementos que entran en él, y que ofrezca resultados simples y adecuados a la concepción del ciudadano.
Pese a todo, es posible evaluar que nuestra sociedad ha mantenido una alta capacidad de desarrollo interno. Configura una estructura moderna, en la cual la demanda de un cambio que reubique valores está adoptando ostensiblemente la forma de un mandato.
En consecuencia, es preciso determinar los factores de cambio con los cuales pueda actuar nuestra comunidad en bien de su propio desarrollo social. Al respecto, se pueden contemplar varias posibilidades:
- Confiar en la evolución espontánea del propio cuerpo social;
- Procurar formas cruentas de cambio, confiando, por ejemplo, en el valor purificador de la destrucción, de la violencia y el caos;
- Proponer una elaboración sistemática y racional, que permita fijar las cualidades que se anhelan para la comunidad argentina y comprometer el trabajo necesario para llevarla a cabo.
El proceso parece enseñar que librada la sociedad a una evolución espontánea, resulta inexorablemente víctima de pautas externas. Permite concluir, asimismo, que las formas cruentas conducen a un estéril y dolorosos sacrificio de vidas humanas. Por lo tanto, no tenemos derecho a eludir el compromiso ético e histórico de crear un modelo lúcido, que no sólo sirva a las generaciones adulta e intermedia, sino que constituya un eje de orientación para la juventud argentina.
Naturalmente, la conformación del Modelo tendrá que tender hacia una síntesis entre lo que elaboramos racionalmente y lo que la propia comunidad quiera.
Insisto en que es fundamental determinar la forma de alcanzar el cambio deseado. Hace muchos años podía apelarse emotivamente a la Patria o a la tradición; más tarde se apeló al bienestar. Ya eso no basta.
Hay que levantar ahora, además, y con gran vigor, el poder del espíritu y la idea, teniendo en cuenta que el bienestar material no debe aniquilar los básicos principios que hacen del hombre un ser libre, realizado en sociedad, y valorizado en su plena dignidad.
Para ello, entre otras medidas, debe limitarse el consumismo sofisticado, estableciendo el camino apropiado para reconstruir al hombre argentino.
Debe ser valorizada en toda su intensidad la gran coincidencia expresada en la comunidad argentina en 1973: de un lado, están los que quieren el cambio y del otro, los que no lo quieren.
Los que quieren el cambio constituyen el 90 por ciento del país. En principio a ellos está destinado este Modelo, cuyo propósito es el de responder fielmente a un mandato otorgado en las urnas. 

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