La paz mundial y la felicidad
de los pueblos deberán constituir los objetivos esenciales en la conducción de
la política exterior argentina. Una paz que para nuestro país se sustente en la
plena vigencia de la soberanía política, de la justicia social y de la
independencia económica.
La confraternidad con todos
los pueblos del mundo, el respeto absoluto a su autodeterminación y la igualdad
jurídico-política de los Estados, deben guiar nuestro accionar.
Desde el momento en que una
Nación sólo ha de cumplir su vocación de destino si el pueblo que la
predetermina se realiza como tal, la política exterior argentina tiene en éste
su principal fundamento.
Argentina se incorpora
decididamente al desafío de los tiempos, y con su sentido de humildad y de
grandeza quiere que a su vez sea escuchada y respetada en el ámbito de las
decisiones internacionales.
El año 2000 presentará la
humanidad actuando en un sistema internacional estructurado sobre la base de un
equilibrio pluripolar, y a nuestro país, en particular, en su condición de
Argentina Potencia, habiendo sobrepasado la etapa de continentalización
política de América Latina y en plena participación con el resto de los países
del mundo.
Sobre la base de una política
de paz y de cumplimiento estricto de los compromisos internacionales, considero
que la política exterior argentina debe encauzarse a través de los siguientes
lineamientos generales:
a) Respecto de la soberanía de
los Estados, autodeterminación de los pueblos y el pluralismo ideológico,
exigiendo su correspondiente reciprocidad;
b) Intensificación de las
relaciones con todos los países del mundo sin excepciones ideológicas,
económicas o políticas;
c) Vigencia plena de la
Tercera Posición en un ámbito de recíproca solidaridad con los pueblos que
aspiren a su liberación;
d) Estrecha asociación y
comunidad de esfuerzos, en especial con los países que conforman el Tercer
Mundo y colateralmente con todos aquellos que conciban y respeten nuestros
principios básicos sobre convivencia universal;
e) Defensa sistemática de los
recursos naturales, científicos y técnicos, en el marco mundial, dentro de un
ámbito de recíproca cooperación de esfuerzos y de utilización de los
resultados;
f) Conducción de una política
exterior auténticamente fundada en las grandes coincidencias nacionales, al
servicio de nuestro pueblo, único protagonista y destinatario de la misma.
Tales objetivos, exigen un
Servicio Exterior altamente capacitado para el cumplimiento de su función
específica, tanto desde el punto de vista ideológico como técnico-profesional y
cuyos únicos objetivos radican en la preservación y grandeza de la patria.
La Hora de los Pueblos está
definitivamente en marcha, La Tercera Posición sustenta nuestro accionar. El
Tercer Mundo, constituye una realidad irrefutable.
Debemos recuperar la
iniciativa que tuviéramos hace tres décadas, como pioneros de una nueva
mentalidad mundial.
Con tal propósito tenemos que
transformar nuestro estado de conciencia en acción deliberada y, con ello,
concretar el pensamiento universalista que nos anima.
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