La exigencia de una sociedad
plenamente realizada no sólo implica pensar en el presente sino también en el
futuro.
Para ello debemos regular y
analizar las necesidades dando preeminencia a las más auténticas,
compatibilizándolas con nuestra liberación dentro de un marco de Democracia
Social.
A tal fin sería conveniente
que existiesen los medios que identifiquen objetivamente esas necesidades con
el propósito de canalizarlas y sugerir su satisfacción, aún cuando el Pueblo no
haya llegado a expresarlas en forma de demanda concreta.
Lo afirmado precedentemente
implica reconocer que la demanda no puede ni debe ser identificada
exclusivamente a través del mercado, sino que requiere algo de mayor contenido
social.
Para lograrlo será necesario
previamente establecer una escala de valores a partir de la cual el patrón de
demanda se ajuste a la concepción social y universalista.
La oferta interna de bienes y
servicios deberá, entonces, responder a esta demanda y para ello todas las
fuerzas productivas coordinarán su acción a fin de lograr una sociedad
realizada en los términos expresados.
La preservación de nuestros
recursos, particularmente los agotables, el permanente control sobre ellos y
sobre el proceso productivo son requisitos indispensables que de no alcanzarse
harán naufragar cualquier intento de desarrollo y real independencia.
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