Para calificar la función del
empresariado en la democracia social argentina, partimos de que la empresa es
organizada sobre una base humanista. Los criterios para ello nacen de la
esencia de este Modelo Argentino, social y cristiano.
El primer objetivo de la
empresa en una sociedad que quiere justicia social auténtica, no es simplemente
el beneficio, sino el servicio del país.
El beneficio de la empresa, en
nuestra concepción, debe establecerse de forma tal que siempre se asegure una
retribución justa al empresario como factor de producción lo cual incluye
cierta retribución de riesgo que se hace mínimo en la medida en que se trabaje
con planificación; y que determina también que los frutos del progreso se
difundan a toda la comunidad a través del sistema de precios.
Sólo cuando el empresariado
procura prestar el mayor servicio al país admitiendo límites mínimos y máximos
a su beneficio, puede coincidir lo que es conveniente tanto para el empresario
como para el país. Esta coincidencia es una precondición para que exista una
democracia verdaderamente social.
La admisión del concepto de
que la empresa constituye un bien social, que la participación de los
trabajadores en su funcionamiento y beneficio de una realidad irreversible,
constituyen elementos de juicio que deben ser adecuadamente reglamentados.
Otro aspecto reside en la
participación de los empresarios en las decisiones. La fisonomía de esta
participación admite formas que van desde el asesoramiento del gobierno, hasta
compartir ciertas actividades con él. Será la sociedad la que determinará, a
través de sus mecanismos idóneos, cuál será la competencia específica que le
corresponda en cada caso.
La empresa debe ser concebida
como un sistema cuya eficiencia debe ser siempre incrementada.
Ella es el ámbito esencial de
aplicación de la tecnología en el proceso productivo y reconocemos que
básicamente la expansión de esa producción se debe originar en el efecto de la
eficiencia.
Se reconoce también como
decisivo el aporte del empresariado a la estructura de precios que en todo
momento debe adecuarse al desarrollo deseado.
Desde el punto de vista del
beneficio empresario, el mismo debe guardar estrecha relación con la aspiración
de trasladar a la comunidad los frutos del proceso, a través del sistema de
precios.
Esto implica la necesidad de
establecer las formas de producción y comercialización que sean intrínsecamente
más aptas para funcionar dentro del Modelo requerido. La sociedad deberá
decidir sobre ello, considerando separadamente
cada actividad de desarrollo.
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