Si queremos realizar entre
todos un proyecto del país que anhelamos, creo necesario tomar previamente
conciencia de nuestra situación actual. Por ese motivo, haré una breve reseña
de la evolución histórica argentina en los diferentes ámbitos.
EN EL AMBITO POLITICO
En nuestro país se han dado
dos procesos paralelos, íntimamente inter-relacionados, que el advenimiento del
Gobierno Popular está frenando decididamente: una creciente intervención
externa y una vacilante política interna.
La intervención externa fue
cambiando de forma a lo largo del tiempo consistiendo sus últimas
exteriorizaciones en condicionamientos impuestos a nuestra libertad de
decisión.
Por su parte, la vacilación
política interna fue influida principalmente por los siguientes factores:
- Las plataformas políticas no siempre definieron fines conjuntamente con los medios para alcanzarlos. Esto trajo como consecuencia que los ciudadanos carecieran de la información completa para ejercer su derecho al voto y a la crítica constructiva de los actos de gobierno.
- Se pretendió diluir el poder del Justicialismo, acudiéndose a sistemas como el de la representación proporcional, estimulando el aumento de partidos políticos y limitando la relevancia de cada uno de ellos.
- La proscripción se utilizó para contrarrestar la vigencia de los grandes movimientos nacionales.
- La violencia fue ejercida para reprimir las corrientes que luchaban por un proceso transformador.
- El concepto de democracia pocas veces fue debidamente especificado con claridad suficiente para que el Pueblo supiese de qué se trataba.
- El nacionalismo fue declamado al tiempo que se destruía lo autóctono y copiaban apresuradamente moldes extranjeros reñidos con nuestra idiosincrasia.
- La participación externa en las decisiones que afectaban al país fue creciendo consciente e inconscientemente.
Sin embargo, los valores
permanentes afloran siempre. En el Pueblo argentino estaba latente el
sentimiento de independencia nacional, lo que tarde o temprano habría de
provocar el enfrentamiento contra la distorsión del contenido social de la
democracia y contra la tendencia a la desnacionalización progresiva.
La historia se encarga de
formular una severa advertencia a quienes pretenden debilitar la vigencia de los
valores permanentes de un Pueblo. El intento de desvío no hace sino demorar el
progreso de la Nación, pero no logra impedir esa realización que lleva consigo
la supresión de cuanto obstáculo se le interponga.
En nuestra Patria, siguiendo
el proceso natural de maduración política, fue aumentando la participación de
los ciudadanos en las urnas. Con ello, las elecciones han adquirido un
significado de legitimidad distinto al de la legalidad: hoy la elección
legalmente realizada pero con alta abstención -cualquiera sea la forma de tal
abstención- es legal pero no otorga un poder legítimo. La legitimidad viene del
Pueblo en su totalidad y no solamente de aquella parte del Pueblo que acepta
reglas del juego que, como la proscripción, restringen la voluntad popular.
Voto con proscripción puede otorgar legalidad; pero legitimidad nunca.
Crecieron también la
sensibilidad y la capacidad política, al impulso de la mayor participación del
ciudadano.
Pero esta mayor capacidad de
intervención política de la ciudadanía, más allá de su participación en las
urnas, fue bastante mal usada. Se pusieron frente a ellas los árboles que no
dejaron ver el bosque. Se saturó el panorama político nacional con cuestiones
menores, y el ciudadano no llegó a formarse una concepción general de la
problemática nacional que abarca suficientemente todos los campos de sus
actividades.
Así, el Pueblo fue
comprendiendo que no debía permanecer indiferente ante los problemas políticos
nacionales y adoptó la decisión de ser protagonista de su historia, rompiendo
con los esquemas tradicionales que intentaron relegarlo a la simple condición
de espectador.
El "cambio" ya no
consiste en una abstracción vacía. El Pueblo todo quiere conocer el signo, el
sentido y el contenido preciso de una expresión. Es que el Pueblo advierte con
claridad que si el cambio no es nacional, no responderá a sus reales
necesidades.
Finalmente, cabe una reflexión
respecto del poder de decisión: a lo largo de nuestra historia, dicho poder se
ha ido conformando, tejiéndose una red de compromisos políticos que representan
a diferentes intereses.
Tales intereses pueden ser
internos o externos. Si las alternativas son neocolonialismo o liberación, y si
hemos optado por la liberación, el ajuste de ese poder es indispensable para
lograr que responda a nuestros intereses.
En lo político, liberación
significa tener una Nación con suficiente capacidad de decisión propia, en
lugar de una Nación que conserva las formas exteriores del poder, pero no su
esencia. La Nación no se simula. Existe o no existe.
En síntesis, el problema
actual es eminentemente político y sin solución para otros sectores en
particular.
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